miércoles, 25 de marzo de 2015

Nihil Prius Fide (Boletín2015)

         


          Algo termina, algo comienza. Cuando el invierno y el frío lleguen a su término final, dejarán paso a una templada primavera que, una vez más, nos recordará que otro ciclo estará a punto de iniciarse.

       Con la primavera llega ese magia, esa ilusión, ese sentimiento, ese momento que viene anunciado desde que el olor a azahar y a incienso nos inunda el olfato; desde que nuestra vista se vuelve continuamente hacia el calendario y hacia el reloj; desde que en nuestro gusto tenemos el placer de deleitar unas torrijas y unos pestiños; desde el momento en el que nuestro tacto recorre la madera y la cera; y desde que nuestro oído solo existe para escuchar las melodías de una banda de procesión, o una voz y un lamento, roto por los aplausos que despierta una saeta.

            Con la primavera asistimos nuevamente al milagro, a ese momento en el que celebramos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, conmemorando que sacrificó su propia vida para conceder a la humanidad la salvación.

            Con la primavera volvemos a contemplar la sonrisa de los más pequeños, que se ilusionan cuando, por primera vez o nuevamente, se visten de nazarenos para acompañar a su Señor y a su Virgen en su procesión, por las calles de su pueblo, por las calles de Paradas.

            Con la primavera observamos como los jóvenes se vuelcan de forma total con su Hermandad, sacrificando horas de tiempo libre, para conseguir que todo esté preparado para que el Viernes Santo la Cofradía del Santo Entierro vuelva a procesionar por las calles de Paradas. Y con esta juventud nacen amistades, tertulias, y momentos inolvidables que tienen la suerte de descubrir aquellos jóvenes que dan un paso hacia adelante y se implican en la vida de su Hermandad.

            Con la primavera vuelve ese Domingo de Ramos que todos los cofrades tenemos señalado como el comienzo de la Semana Grande del año. Porque no hay mayor sentimiento para un cofrade que ver como Jesús vuelve a entrar, triunfante, en Jerusalén. Porque no hay mayor alegría que ver a la Cofradía del Santo Entierro cruzar el dintel de la Iglesia, saliendo al Porche y encontrándose con los paradeños. Porque no hay mayor gloria que poder tener durante todo el año la ilusión de volver a vivir una nueva Semana Santa. Porque no hay nada más importante que la fe.




Juan Ramón Lara Muñoz.

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